Formación Permanente

La necesidad de la formación permanente es personal, nadie puede recorrer por nosotros nuestro propio camino de renovación. La misma comunidad debe crear el ambiente y emplear los medios necesarios para la formación continua. La comunidad es una escuela de experiencia por la diversidad de caracteres, de situaciones, de circunstancias y valores que hay en ella. La vida de comunión y de trabajo es ocasión continua de desarrollo personal y puede ayudar a madurar como personas y como religiosas.

Hay momentos de la vida de comunidad que se pueden considerar como momentos de formación: tiempos de oración comunitaria, de meditación, de reflexión, retiros, convivencias, trabajo de equipo, recreaciones, la comunicación con la autoridad general, provincial o local, la profundización y estudio de documentos de la Iglesia, del Instituto y otros.

La comunidad debe estar abierta y pronta a la formación continua de las hermanas. Promover las distintas actividades con creatividad, constancia e interés y suscitar en todas la actitud interior que responda al proceso de crecimiento espiritual, con sentido de fidelidad a Dios, manteniendo vivo el deseo de una continua renovación y conversión. (En el Surco de la Historia pág. 53)

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